Nuestro encuentro fue excepcional sin duda alguna, pero más aún fue lo que siguió.
Esa madrugada nos acostamos cada uno por su cada cual con el pulso acelerado.
El color en el rostro y una sonrisa impertinente fueron nuestros acompañantes de sueño.
La fría duda de si en realidad había sucedido nos mantuvo despiertos al día siguiente.
Más que el miedo a que nuestra conversación hubiera sido una ilusión, surgió entonces el miedo
a que nuestra conexión fuera una farsa destinada a durar solo unas madrugadas.
Nunca tuvimos miedo más absurdo, nunca estuvimos en mayor equívoco.
Si he de describir como llegaste a mi corazón he de decir que desde esos días en que comenzamos a hablar,
entraste como si fuera tu casa, entraste con tu caos y alegría, con tus inseguridades
y remodelaste con completa alevosía cada pared de cada cuarto que había clausurado por terremotos pasados.
Jugamos a no saber a qué estábamos jugando, siendo inocentemente culpables de lanzarnos preguntas:
preguntas para escudriñarnos, preguntas para comprendernos, preguntas para enamorarnos…
Me hablaste de ti y tú familia, tu pretérito tormentoso, tu presente hesitante... pero no tocaste el futuro.
Te hablé de mis riñas paternales, los complejos traídos desde la lontananza de mi infancia.
Pusimos a contrapunto a mi abuelo y a una escritora de “arde la vida”.
Entraste por medio de una sinfonía de paracaídas,
reíste entre falsamente atribuidos gustos a cárteles.
Fuimos cómplices en asuntos de moda y calzado.
Sequé tus lágrimas a distancia, acallaste mi angustia a kilómetros.
Me hablaste de tu pasión la cual te describe y resume.
Te conté de mis versos los cuales me construyen y expanden.
Ampliaste la trova en mi vida con un tal Luis Ramiro.
Te sorprendí conociendo sobre un Violinista en tu tejado.
Te enseñé mi mente y comencé a mojar tus pensamientos con gotas de conciencia.
Me mostraste tus cicatrices y empezaste a cauterizar mis sentimientos con flamas de locura.
Descubriste cada pequeña visión absurda e idealista que tenía del mundo,
mientras yo interpretaba silenciosamente cada foto, cada estrella, cada nombre, cada pausa.
Empezamos sin vergüenza y sin derecho… a enamorarnos.
Diesen Beitrag empfehlen:
Mit eigenem Mail-Programm empfehlen
Die Rechte und die Verantwortlichkeit für diesen Beitrag liegen beim Autor (Brandon Balderas Rocha).
Der Beitrag wurde von Brandon Balderas Rocha auf e-Stories.de eingesendet.
Die Betreiber von e-Stories.de übernehmen keine Haftung für den Beitrag oder vom Autoren verlinkte Inhalte.
Veröffentlicht auf e-Stories.de am 25.03.2018. - Infos zum Urheberrecht / Haftungsausschluss (Disclaimer).
Brandon Balderas Rocha als Lieblingsautor markieren
Wir sind die Kinder vom Biobauern!
von Simone Wegmeyer
Ein Buch über die Anfänge der Biowelle.
Zum totlachen komisch aus kindlicher Sicht geschildert.
Für Fastfoodjunkies und Müsliesser geeignet!
Illustriert und geschrieben von Simone Wegmeyer.
Möchtest Du Dein eigenes Buch hier vorstellen?
Weitere Infos!
Vorheriger Titel Nächster Titel
Hat Dir dieser Beitrag gefallen?
Dann schau Dir doch mal diese Vorschläge an: