Karl Wiener

La fanfarrona

      
     Todos los años, al principio de la primavera, cuando el sol derrite la nieve sobre las cimas de las montañas, el agua del deshielo se rezuma por las rocallas, se reúne en riachuelos y cae en cascadas hacia abajo en el abismo. El pequeño río en el valle sale de su lecho y inunda los prados amplios a lo largo de sus orillas. Pero cuando el sol ha lamido de las pendientes los últimos residuos del esplendor blanco, la afluencia se seca y el río se retira en su lecho. Pero el suelo esponjoso retiene la humedad. Los prados se engalanan de una alfombra de flores desconocidas en otros lugares. En medio del esplendor de colores se quedan charcas y estanques. Ningún hombre se pierde allá por que se hundiera en el fango hasta las rodillas. Vida activa pero está en éste sitio tranquilo. Libélulas volan encima de la superficie del agua y millones de mosquitos se alzan de la yerba pantanosa.
     Los soberanos reales de los estanques pero son las ranas. Todos los días del atardecer al medianoche sona su concierto a lo lejos. El ruido sona como risotada estridente, las ranas pero lo consideran como canto excelente. Entre ellas estaba un individuo teniéndose por una cantora con talento extraordinario. Se sentía la reina de las ranas o al menos una princesa embrujada. Pero secretamente, cuando no escuchaba ninguno, las otras la llamaban de desprecio “Croarfuerte”. Por la noche, cuando las ranas solían empezar su concierto, Croarfuerte se inflaba en particular, tratando de alzar su voz sobre aquellas de las otras. Lo que sonaba pero era solamente el ruido de una rana inflada.
     Una pareja de cigüeñas había construido su nido sobre el campanario de la iglesia del pueblo en proximidad de los prados. Todos los años en otoño, cuando los jovenes son capaz de volar, las cigüeñas se preparan a un viaje largo para pasar la estación fria en regiones más agradables. Su camino las conduce hacia el sur de África. En primavera pero las cigüeñas se vuelven a su nido. Esto occurrió también en ese año.
     Nuestra pareja había elegido con intención el sitio del nido cerca del prado.  Muslos de ranas  pasan a las cigüeñas por gollería. Las ranas sabían esta preferencia y los habitantes del estanque se escondían cuando oyen crotorar un pico de cigüeña. Croarfuerte pero se burlaba de ellas. “ !Cómo estáis miedosos!”, la fanfarrona exclamó, “una cigüeña miserable da susto a vosotras. Si vendrá, la desplumaré y la tiraré en el agua profundo, donde se ahogará miserablemente”. - Se había enfrascado en su habladuría fanfarrona y no percibido que las otras ranas ya no le escuchaban. Se habían saltado en el agua y escondido en el fango al fondo del estanque, mientras que Croarfuerte continuaba su habladuría vanidosa. Cuando pero dirigió sus ojos hacia arriba para citar el cielo al testemonio de su valentía, su boca quedó abierta con susto a la vista de los ojos ávidos dirigido a sí. La cigüeña se había acercado silenciosamente. La rana tenía miedo y no estaba en situación de moverse. En ese momento, cuando el pico de la cigüeña estaba a punto de cogerla, la fanfarrona perdió el equilibro y cayó de su piedra en el agua. El agua frio la devolvió su vitalidad. Buscó rapidamente refugio debajo de las hojas de un nenúfar. De esta manera se evadió de la muerte cierta.
    Esta vez la cigüeña estaba en vano al acecho. Las ranas esperaron sin movimento en sus escondites y no emergieron hasta el enemigo habia salido con desengaño. Croarfuerte emergió por última y  aún pálido mientras que las otras ranas ya se habían recobrado del susto. Desde entonces los habitantes del estanque se burlaban de Croarfuerte cuando ése quería empezar a hacer discursos vanidosos. Parece que haya compreso por que desde hace éste tiempo no se ha oído jamás croarlo superando el concierto de las otras ranas.

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Veröffentlicht auf e-Stories.de am 15.02.2008. - Infos zum Urheberrecht / Haftungsausschluss (Disclaimer).

 

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