Lo escondemos...
Hacía años que descuidé cuidar mi jardín.
Una noche el sueño me atrapó en el sillón, y al amanecer desperté. Frente a mí se mostraba la ventana. La purpúrea luz dibujaba sombras de las plantas en la blanca cortina. Parecían brazos, con los que la tierra gesticulaba queriéndome decir algo en un lenguaje incomprensible.
Solo era el madrugador viento, que aquel día lo estrenó juguetón. Me levanté y corrí las cortinas... El paisaje era grotesco; Malcaradas y pálidas hiervas dominaban todo el jardín. Crecieron mucho antes que las hermosas flores. Jamás reparé en ellas. Pero ahora alzaban tanto que tapaban todo el colorido, ocultando cualquier posible flor. ¡Qué pensarían los vecinos!
Me apresuré a mi privada selva, agarrando el hierbajo más a mano tiré con fuerza. Algo se retorció en mis entrañas, como si de ellas hubiera tirado también. El dolor me hizo gritar de tal forma que pensé si se me escaparía el alma por la boca. Pero al caer de rodillas lo comprendí todo.
Por ello; Que nadie me pregunte por que cuido las feas hierbas, arrancando lustrosas flores que les niegan la luz. Son mi pasado y no puedo extirparlo de este jardín. Debo alimentarlas y sentirlas mías... No puedo negar aquello que me construyó.
¡Que no entre en este jardín ningún vecino con ánimo de crítica! ¡Seguro que pisará las pocas flores que lucen!
Pero siempre acaba asomando.
Jesús Cano
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Veröffentlicht auf e-Stories.de am 21.02.2012. - Infos zum Urheberrecht / Haftungsausschluss (Disclaimer).
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