Reloj

Erase una vez la historia de un reloj que estaba triste por el tiempo que amenazo con acabar con él, a pesar de ser un reloj no sabía del tiempo porque quedó detenido en un mundo, ese reloj recordaba aquella época en la que estaba con vida, miraba como al principio en una casa rustica inicio su viaje, el marcaba el tiempo, miraba el amor, la felicidad el odio y lo registro en su memoria, cada minuto, segundo.

Un día, observó como su dueño adquirió uno tras otro tras otro, varios relojes, su dueño era relojero, y era su pasión, pero este reloj se sentía especial ya que fue el primero que el adquirió; su dueño le llamo vetrete. “¡Que ilusión, tengo un nombre!” Mencionaba el reloj, pero se vio en un recuerdo pálido.

Viajo por todo el mundo marcando el tiempo, las épocas, su dueño lo vendió, su dueño lo olvido y el reloj sufrió y volvió a amar cuando otro dueño que le amo, lo encontró, lo limpio, y lo miraba afanadamente.

Cierto día el reloj converso con la muerte, ambos hablaban sobre el tiempo que pasa cada uno en la tierra, sean objetos, animales o personas…. Todos tienen su tiempo.
“Vetrete”, decía la muerte, “Te dolerá esta noticia, pero es hora de que tu dueño regrese a dar cuentas”, y el reloj sin más que poder hacer sintió como en un segundo la vida se detiene, miro en blanco y negro y entro en un lugar sin luna ni sol.

Las cuerdas del destino, reloj sin fin.

El reloj otra vez quedo solo y marcando el tiempo, mirando los niños jugar, las familias crecer, las estaciones pasar, su brillo perder.

Vetrete ya es viejo, que ironía, marcas el tiempo de tu mismo tiempo, y sin más preámbulo su maquinaria se detuvo y nadie más le recordó

No seamos como el reloj, mirémoslo con una perspectiva de aprovechar nuestra vida y de no quedarnos marcando el tiempo y ver las cosas pasar, actitud positiva y aprender a perdonar.

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