ESPIRALMENTE HABLANDO ...

ESCENARIO:

10 de la mañana un día entre semana cualquier ciudad, cualquier café. 

Parecía un tipo normal, pero, eso sí, con aquel aire peculiar de la gente tranquila, de aquellos que dan a los demás la sensación de haber encontrado el modo de vida buscado por el resto de los mortales. No parecía tener prisa, todos sus movimientos eran meditados de antemano y ejecutados con esmero, diríase que con arte.

Podría tratarse de un escultor, un pintor o quizá un escritor, alguien que , sin duda, sabe disfrutar de la lectura del periódico con una buena taza de café, que no se deja llevar por las prisas de los solubles esos de sobrecito o la prensa gratuita. Yo no acostumbro a disfrutar del momento dejo eso para después, prefiero vivir cada instante pensando en el instante siguiente. La gente que me quiere dice que no disfruto de lo que tengo, pero no es cierto, la cosa es que lo disfruto un instante antes y si me apuras, incluso disfruto lo que no tengo, ya que hay cosas que habiendo disfrutado, después no he tenido, y bueno que me decís ¿no es disfrutar eso el doble?

Aquel día si estaba disfrutando de mi momento, y es que no hay nada mejor que salirte de la rutina para disfrutar de cada una de las cosas que nos rodean, así que yo estaba allí, con mi taza de café, mi periódico, disfrutando de cada cosa que me rodeaba, ¿sabéis porqué? porque yo no tenía que estar en el café, tenía que estar en el trabajo, pero estaba allí, disfrutando de todas las cosas que normalmente me pierdo por estar absorto en mi rutina, así que cada persona que se cruzaba por delante del ventanal del café me llamaba la atención. Las señoras, con el carro de la compra, la gente con su ir y venir, todo ese movimiento que hace palpitar una ciudad. Yo allí mirando y disfrutando del espectáculo, como él, ese tipo que no para de mirar mientras disfruto de mi café.

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