Elena Domínguez Robles

Los Unicornios

Ángela pintaba unicornios. Nunca se planteó porque unicornios y no gatos o perros. Sencillamente le gustaba como se veían los unicornios desde el papel.
Pintaba unicornios desde el día en que su madrina le regaló una caja de lápices de colores. No una de esas enormes, una sencillita. Perfecta para empezar, pensaba Ángela.
Una mañana se quedó sola en casa y corrió al despacho de su padre a por un papel en blanco. Lo puso sobre la mesa de la cocina, sacó sus lápices nuevos y comenzó a dibujar. Dibujó flores, gatos, perros y niños. Pero todos parecían tristes, y Ángela se puso triste al mirarlos. Se tumbó en el suelo de la cocina con sus dibujos, los miró y los remiró. Y cuando se cansó de mirarlos les preguntó porqué estaban tristes. No contestaron, pero Ángela se dio cuenta de que estaban tristes porque ella los había dibujado sin ganas. Guardó ese folio en su armario y cogió otro. Y dibujo un unicornio. Y el unicornio la miró. Y sonrió.
Y Ángela llenó su cuarto de dibujos de unicornios. Grandes, pequeños, azules, blancos, de pelo liso y ondulado. Y todos estaban contentos.
Hasta que un día la madre de Ángela entró, la cogió en brazos y la sentó a su lado en la cama. Le preguntó porque solo dibujaba unicornios.
-Ángela, los unicornios no existen.
-Ahora sí mamá.-Y le señalo todos los dibujos de sus paredes.-Y están felices de que los dibuje.
-Son dibujos Ángela. No existen y no pueden estar felices.
Y le recogió todos sus unicornios de papel, los guardó en una carpeta y dejó la carpeta encima de un armario.
Le dio un folio y con una sonrisa le dijo que dibujase un gato. Pero el gato estaba triste, y Ángela también, porque echaba de menos a sus unicornios.
Ahora Ángela ya no pinta unicornios, pero encima del armario los unicornios lloran, porque Ángela se olvidó de ellos.  

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Veröffentlicht auf e-Stories.de am 31.07.2008. - Infos zum Urheberrecht / Haftungsausschluss (Disclaimer).

 

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