Las malas lenguas han encontrado en las relaciones cibernéticas en general, un suculento tema con el que ejercitar el músculo. Es curioso como siendo un fenómeno aún relativamente nuevo, acumula ya un sinfín de clichés y frases hechas.
Se dice de Meetic que los tíos son todos unos salidos. Que las tías son todas unas busconas. Que está lleno de tarad@s. Que está lleno de solitari@s amargad@s. Que todos mienten. Que no hay nadie interesante y que el nivel cultural de sus usuarios es penoso cuando no inexistente, o sea, que está lleno de garrulos y garrulas a la caza de garrulas y garrulos.
De los tíos que se apuntan a Meetic las malas lenguas distinguen dos tipos: Por un lado los crápulas, que aprovechan hasta el úlimo euro de su inscripción echando todos los polvos que pueden, por mucho que en sus “anuncios” hablen de amor y de encontrar su media naranja. Por otro los pringados, que ni pagando pillarán cacho y lo más cerca que estarán jamás de una chati es chateando.
De las tías, las malas lenguas presuponen que o son feas o algo esconden, sobre todo si son jovencitas, por qué, si no, ¿a quién se le ocurre pagar por algo que pueden conseguir gratis o incluso cobrando? Si pasan de los treinta es que están desesperadas, amargadas, ya no saben qué hacer para encontrar novio y arrastran consigo una pesada mochila llena de desengaños, fracasos amorosos, problemas no resueltos de sus ex parejas problemáticas y ¡cuidado! a lo mejor hasta uno o más hijos que no quieren criar solas.
Prevenida por las malas lenguas, entré en Meetic con mucho recelo y una ceja levantada, dispuesta a salir corriendo al primer encuentro con esos supuestos tarados y salidos, crápulas y pringados. Al mismo tiempo, sentía una absurda necesidad de justificarme ante ellos y dejar muy claro que si me había metido allí era por casualidad, casi por accidente, sin querer, porque a diferencia del resto de locas taradas feas y amargadas con las que se habrían encontrado, yo soy una tipa normal, lista, con estudios, profesión liberal y no-fea, (por no decir “más bien agradable de ver”, que no quedaría bien viniendo de mí).
Lo primero que noté, para mi sorpresa, es que la suerte me acompañaba esa noche, porque por una extraña coincidencia sólo me topaba con tipos que, como yo, no sabían muy bien qué hacían allí ni como habían llegado y, como yo, estaban seguros de ser diferentes al resto y sorprendidos de dar con alguien también diferente al resto, por lo que era fácil que naciera enseguida la natural complicidad entre dos almas, o mejor, dos “perfiles” gemelos, perdidos en un mundo al que en verdad no pertenecen y al que han ido a parar porque el caprichoso destino planeaba juntarlos de alguna forma.
Tras varios de estos encuentros y extrañada ante mi suerte, empecé a sospechar que lo de justificarse por estar allí y lo de sentirse diferente a los demás era algo que más bien nos igualaba a todos. De hecho es fácil distinguir a los que llevan poco tiempo en Meetic porque suelen gastar mucha energía en despotricar contra Meetic y en demostrar cuán diferentes son ellos del usuario común, sin saber que al hacerlo sólo demuestran cuán iguales son al resto. Los veteranos suelen saltarse esa parte, quizás porque la dan por hecha aunque, más probablemente, porque ya no se la creen.
También fui descubriendo que, si bien es cierto que hay un buen número de indeseables y anodinos, como en todas partes, en Meetic había gente de todo tipo, incluido un buen número de personas interesantes, inteligentes, con estudios y “más bien agradables de ver”, que es como en Meetic se les llama a los guapos.
Entonces me di cuenta de que las malas lenguas, como siempre, hablan sin saber, o generalizan por que sí. Muchas porque no se atreven a formarse una opinión propia, otras porque contradecir al resto sería como reconocerse iguales al resto ¿y qué pensarían las demás malas lenguas? ¿Los tacharían entonces de salidos, solitarios, tarados o garrulos?
Cuando las malas lenguas afirman que en Meetic se habla de amor cuando lo que se busca es sexo, vuelven a equivocarse o a generalizar demasiado. En el fondo todos, más o menos salidos, tíos o tías, tarados o no, garrulos o cultos, buscan en Meetic lo mismo que buscamos todos en todas partes: sentirnos queridos por alguien y alguien a quien querer.
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Veröffentlicht auf e-Stories.de am 19.05.2009. - Infos zum Urheberrecht / Haftungsausschluss (Disclaimer).
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